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Mostrando entradas de abril, 2010

LA REVOLUCIÓN DE OROPEL

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Cuanta razón tenía el Che Guevara al afirmar que “en una revolución se triunfa o se muere (si es verdadera)”; es decir, se trata de un proceso de cambio profundo en la vida de los pueblos que no admite vacilaciones ni posturas intermedias de parte de sus actores, lo que implica que la revolución se la hace con revolucionarios. Tanto es así que el propio Fidel Castro, sostiene que “…la revolución es un proceso de elección y el que en una revolución no sirva, se queda atrás…”, es decir, el proyecto de transformación exige de la participación de hombres y mujeres libres con principios acerados y que se hallen hondamente comprometidos con la causa y, sobre todo, recubiertos de una fuerte armadura moral y ética que los haga inmunes a las presiones externas y a los coqueteos del poder. Todo esto es importante tener presente al momento de analizar la reciente decisión de la Asamblea Nacional de archivar toda iniciativa de juicio político en contra del Fiscal General del Estado, pese al ‘gros

EL CABALLO DE ATILA

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No se trata del fin del mundo, sino más bien de un grito desesperado de un maltrecho planeta que no resiste más abusos de parte de una sociedad contaminante y depredadora. Precisamente, esa visión destructora y nociva del ser humano contra la madre naturaleza podría compararse con la reputación del caballo de Atila (Othar), del que se decía que “donde pisa, no vuelve a crecer la hierba”. Si. El hombre del siglo XXI, ese mismo que aporta al desarrollo de la ciencia y tecnología, es quien también enferma al planeta ya que al igual que Othar, este “animal” de nuestros días, donde pone sus pies no vuelve a crecer la hierba. En verdad, resulta difícil entender la paradoja que plantea el avance de la modernidad y el colapso acelerado de nuestro medioambiente. Es como si se tratara del choque de dos formas de civilización, la una racional y la otra salvaje. Lo cierto es que ahora mismo la tierra llora, se estremece, sacude y convulsiona, desde sus mismas entrañas, como muestras de dolor frent

EL BUEN VECINO

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La decisión del gobierno de flexibilizar el ingreso de extranjeros al país ha provocado que su número crezca últimamente de forma importante. Ciertamente, la presencia de colombianos, peruanos, venezolanos y cubanos, por citar algunas nacionalidades, ha despertado una serie de dudas e inquietudes en la opinión pública. En verdad, si bien la posición oficialista se sustenta en una política de apertura y solidaridad con el resto del mundo en cuanto a respetar el derecho a la movilidad humana, sin embargo no se puede actuar con candidez y hasta con irresponsabilidad dentro de un proceso de globalización unidireccional que únicamente privilegia los movimientos de capital. Consecuentemente, posiciones cargadas de ingenuidad como las adoptadas por el Ecuador conducen, tarde o temprano, a que los estados receptores de emigrantes, afronten serios problemas, como resultado del aumento de las demandas y necesidades de estos grupos humanos. Esta afirmación de modo alguno puede entendérsela como x

EL CAMINANTE POR LA PAZ

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Al final el trabajo emprendido por el ‘caminante por la paz’ dio sus frutos. El encuentro conmovedor entre el Profesor Gustavo Moncayo y su hijo, Pablo Emilio Moncayo, cerró el doloroso y trágico capítulo que significara el cautiverio por más de 12 años de un joven militar colombiano a manos de las FARC-EP. Si. La decisión y valentía de un padre pudo más que la adversidad y la demencia de un grupo guerrillero que hace tiempo perdió su norte y confundió los objetivos revolucionarios con prácticas sanguinarias, delincuenciales y violatorias a los derechos humanos. Fueron alrededor de 1,500 kilómetros recorridos por un hombre que exigió la liberación de los cautivos y, entre ellos, la de su joven vástago. Su voz incluso trascendió las fronteras patrias. Su eco se escuchó en foros europeos, región en la que alcanzó -valga decir- importantes adhesiones a esta noble causa. Lamentablemente, la postura guerrerista del gobierno de Álvaro Uribe, complicó la situación de los prisioneros de un con