LA REVOLUCIÓN DE OROPEL


Cuanta razón tenía el Che Guevara al afirmar que “en una revolución se triunfa o se muere (si es verdadera)”; es decir, se trata de un proceso de cambio profundo en la vida de los pueblos que no admite vacilaciones ni posturas intermedias de parte de sus actores, lo que implica que la revolución se la hace con revolucionarios.

Tanto es así que el propio Fidel Castro, sostiene que “…la revolución es un proceso de elección y el que en una revolución no sirva, se queda atrás…”, es decir, el proyecto de transformación exige de la participación de hombres y mujeres libres con principios acerados y que se hallen hondamente comprometidos con la causa y, sobre todo, recubiertos de una fuerte armadura moral y ética que los haga inmunes a las presiones externas y a los coqueteos del poder.

Todo esto es importante tener presente al momento de analizar la reciente decisión de la Asamblea Nacional de archivar toda iniciativa de juicio político en contra del Fiscal General del Estado, pese al ‘grosor’ de las denuncias que fueran presentadas al interior de la Comisión de Fiscalización y que despertaran una enorme polémica y preocupación en la opinión pública nacional.

En efecto, se observó a un número reducido de asambleístas de gobierno que emulando la lucha entre David y Goliat, decidieron desafiar al bloque oficialista y a su política borreguil e impulsaron el llamado a juicio político al Fiscal Pesantez, aunque a la final sin resultados debido a que AP se fracturó y los votos les fueron esquivos, particularmente de aquel sector radical que no está dispuesto a contradecir en lo más mínimo a su Mesías.

Asimismo, desilusionó mucho la posición del Presidente Correa quien insistentemente calificó de inoportuno a este intento de juicio político, respaldando –en la práctica- con sus intervenciones públicas al señor Fiscal, al cual sólo le faltó la aureola.

También está presente el debilitamiento de la imagen de una institución que por mandato constitucional tiene el deber de atender el interés público y el derecho de las víctimas; no obstante, más pudo el atrevido servilismo burocrático.

En esa línea de acción, resulta difícil entender a un verdadero proceso revolucionario que al momento se niega a someterse a la fiscalización y que se encuentra viviendo la borrachera del poder. No olvidemos que la revolución se hace con revolucionarios…

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