Sépase bien que en estas próximas elecciones seccionales, los lojanos no tenemos margen a cometer ningún de tipo de error al momento de elegir a nuestras autoridades, pues de hacerlo una vez más, implicaría afectar –y con pronóstico reservado- el ya paupérrimo nivel de crecimiento y desarrollo que registra este pueblo fronterizo, golpeado no solamente por su condición de provincia satélite dentro de una estructura centralista del Estado sino también por la incapacidad manifiesta de muchos de sus administradores.
En el caso del Cantón Loja, en estos casi diez años de presencia de la mega-alianza en el Municipio (una especie de sancocho partidista de difícil asimilación), por ejemplo, no existen cosas relevantes o de impacto por rescatar. Lo que más bien se ha observado, y desde luego criticado con severidad, ha sido ese prurito de los llamados socialistas “light” por enterrar literalmente y de manera irresponsable el llamado “Plan Loja Siglo XXI” que fuera diseñado e implementado en la administración del “Chato” Castillo, época en la que hay que decirlo, sin reticencias, Loja dio pasos cuantitativos y cualitativos en materia de gobierno local, colocando a nuestro ayuntamiento a la vanguardia del municipalismo no sólo nacional sino allende las fronteras patrias.
Están como testigo de ello los múltiples reconocimientos internacionales y la presencia activa de Loja en el escenario interno. En esa época, verbigracia, se escuchaba con atención a lo que decía Loja. Se replicaban en otras latitudes sus buenas prácticas municipales. Se debatían con interés proyectos pensados desde la región sur. Sin duda, eran otros tiempos, donde Alcalde y ciudadanía empujaban el vehículo del progreso en un mismo sentido, sin mezquindades ni odiosidades.
De ahí que estemos viviendo un momento decisivo. Loja no soportaría más mediocridad que la acumulada en estos últimos años. La ciudad y Cantón no sólo demandan la presencia de un Alcalde para que administre y gestione sus recursos, sino, además, busca un líder con experiencia que permita aglutinar a una comunidad en torno a un plan de rescate que devuelva al vecindario su autoestima y que juntos trabajen por una ciudad moderna e incluyente.
Sépase bien que en estas próximas elecciones seccionales, los lojanos no tenemos margen a cometer ningún de tipo de error al momento de elegir a nuestras autoridades, pues de hacerlo una vez más, implicaría afectar –y con pronóstico reservado- el ya paupérrimo nivel de crecimiento y desarrollo que registra este pueblo fronterizo, golpeado no solamente por su condición de provincia satélite dentro de una estructura centralista del Estado sino también por la incapacidad manifiesta de muchos de sus administradores.
En el caso del Cantón Loja, en estos casi diez años de presencia de la mega-alianza en el Municipio (una especie de sancocho partidista de difícil asimilación), por ejemplo, no existen cosas relevantes o de impacto por rescatar. Lo que más bien se ha observado, y desde luego criticado con severidad, ha sido ese prurito de los llamados socialistas “light” por enterrar literalmente y de manera irresponsable el llamado “Plan Loja Siglo XXI” que fuera diseñado e implementado en la administración del “Chato” Castillo, época en la que hay que decirlo, sin reticencias, Loja dio pasos cuantitativos y cualitativos en materia de gobierno local, colocando a nuestro ayuntamiento a la vanguardia del municipalismo no sólo nacional sino allende las fronteras patrias.
Están como testigo de ello los múltiples reconocimientos internacionales y la presencia activa de Loja en el escenario interno. En esa época, verbigracia, se escuchaba con atención a lo que decía Loja. Se replicaban en otras latitudes sus buenas prácticas municipales. Se debatían con interés proyectos pensados desde la región sur. Sin duda, eran otros tiempos, donde Alcalde y ciudadanía empujaban el vehículo del progreso en un mismo sentido, sin mezquindades ni odiosidades.
De ahí que estemos viviendo un momento decisivo. Loja no soportaría más mediocridad que la acumulada en estos últimos años. La ciudad y Cantón no sólo demandan la presencia de un Alcalde para que administre y gestione sus recursos, sino, además, busca un líder con experiencia que permita aglutinar a una comunidad en torno a un plan de rescate que devuelva al vecindario su autoestima y que juntos trabajen por una ciudad moderna e incluyente.
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