Loja, al borde del desborde

Loja,hace una década, se convirtió, por mérito propio, en una ciudad modelo, ciertamente de vanguardia, cuyas virtudes fueron reconocidas no solamente en el ámbito doméstico, sino también en el concierto internacional, cuyo ojo escrutador encontró más de un motivo para destacar a esta tierra como un referente de las ciudades del futuro. Ahí están las menciones de urbe ecológica, de vecindario saludable, de comunidad democrática que le apostaba, en su edad de oro, a la participación y empoderamiento ciudadano, como un activo elemento transversal en la gestión de la cosa pública. Consecuentemente, sostener lo contrario, es decir, tratar de encontrar fantasmas donde no los hay, o restar méritos a quienes lideraron el proceso de crecimiento y desarrollo de Loja, deja entrever que las pasiones políticas no conducen a nada bueno, pues obnubila la razón y con ello limita la capacidad de análisis y el sentido de la objetividad, con lo cual se comete más de un papelón, muy propio de la esfera aldeana. Desde esa perspectiva, y como una muestra del enanismo de espíritu y atrevido parroquialismo que no conoce de límites, algunos políticos -sin sonrojarse siquiera- incluso hablan de “mega alianza” conformada no para enfrentar y discutir los graves problemas económicos y sociales de un sufrido pueblo de frontera, sino para impedir que tal o cual candidato, acceda a los niveles de poder, reduciendo los espacios para la lucha y confrontación de ideas o propuestas, y dejando amplios campos para el insulto y la campaña sucia que crecen como maleza en las descuidadas jardineras. En este punto, al momento, Loja se encuentra en una incómoda situación que la coloca al borde del desborde. Y es que en diez años de sombras hasta el acero se resiente. De ahí que las elecciones próximas constituyan una inmejorable oportunidad para designar a nuestras futuras autoridades provinciales y locales, con base a un voto informado y meditado. La urbe, está en terapia intensiva, lo cual exige de los futuros administradores, por un lado, liderazgo y experiencia para convocar a la comunidad en torno a un mismo objetivo; y, por otro, desarrollar proyectos innovadores, que rompan estereotipos, así como esa molesta inmovilidad tan característica de estos años.

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