No puedo respirar…

La muerte del afroamericano George Floyd a manos de un policía blanco en Minneapolis ha generado multitudinarias manifestaciones en los Estados Unidos, en la que los ciudadanos repudian abiertamente el racismo, así como toda forma de discriminación hacia los grupos minoritarios. La frase: I can´t breathe (“No puedo respirar”, últimas palabras pronunciadas por Floyd antes de desvanecerse) inundan las calles reclamando justicia. Al momento, hay una gran efervescencia social que ha obligado a las autoridades en 25 ciudades de 16 estados en el país del norte a la declaratoria del toque de queda lo cual viene acompañado de la movilización de la guardia nacional, aspectos que tensionan aún más esta crisis que amenaza con desbordarse y lo que es aún más grave en medio de una pandemia del coronavirus que ha afectado seriamente a esa nación y que está muy lejos de atenuarse. Lo que se advierte en la población es un hastío a ese discurso violento, racista y xenófobo alimentado por el presidente Donald Trump y que encuentra eco, hay que decirlo, en una parte radical de la población estadounidense y, desde luego, en policías que actúan bajo la lógica del supremacismo blanco y la seguridad que sus crímenes o excesos no serán sancionados por parte de una justicia que lamentablemente no actúa bajo el principio de igualdad ante la ley. Al parecer, estamos ante un punto de inflexión que enterrará retorcidas ideas que hablan de razas superiores e inferiores

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