El Presidente Lenín Moreno fue muy claro al presentar el estado de la economía ecuatoriana. Vivimos tiempos de crisis, lo cual se tradujo en que la mesa nunca estuvo servida, conforme lo anunció literalmente, en su momento, el ex Mandatario Rafael Correa, quien desde Bélgica y vía tuiter, se ha convertido en uno de los críticos más duros del actual gobierno.
No obstante, lo curioso y hasta lo profundamente contradictorio en este proceso de sinceramiento de las cifras de la economía, es que aún se mantiene en el nivel asesor a ese mismo equipo de tecnócratas que nos dijeron durante el correísmo que “técnicamente” el Ecuador no estuvo en crisis y que el endeudamiento externo siempre se mantuvo dentro de los límites constitucionales y de sostenibilidad.
De ahí que las medidas económicas presentadas por el régimen hayan generado incertidumbre (y abierto cuestionamiento desde los sectores empresariales) respecto a su real efectividad para corregir la ruta que siguió, en forma equivocada, el socialismo del siglo XXI. Lo cierto es que de nada sirvió al país tener como líder a un doctor en economía, forrado en pergaminos con Honoris causa.
Ciertamente, hay que tener presente que cuando existe contracción de la demanda global, la técnica sugiere reducción de impuestos como mecanismo para dinamizar la economía a través del incremento del consumo, lo cual genera un efecto estimulante sobre la oferta y con ello el aumento de la inversión, el nivel de empleo y los salarios. Se trata de un círculo virtuoso.
Entonces, hay que revisar aspectos que puedan ser mejorados y/o enmendados, para lo cual no debemos caer en camisas de fuerza ideológicas y menos aún estar supeditados a los tecnócratas del correísmo, fundamentalistas de una propuesta de revolución sin ciudadanos.
El Presidente Lenín Moreno fue muy claro al presentar el estado de la economía ecuatoriana. Vivimos tiempos de crisis, lo cual se tradujo en que la mesa nunca estuvo servida, conforme lo anunció literalmente, en su momento, el ex Mandatario Rafael Correa, quien desde Bélgica y vía tuiter, se ha convertido en uno de los críticos más duros del actual gobierno.
No obstante, lo curioso y hasta lo profundamente contradictorio en este proceso de sinceramiento de las cifras de la economía, es que aún se mantiene en el nivel asesor a ese mismo equipo de tecnócratas que nos dijeron durante el correísmo que “técnicamente” el Ecuador no estuvo en crisis y que el endeudamiento externo siempre se mantuvo dentro de los límites constitucionales y de sostenibilidad.
De ahí que las medidas económicas presentadas por el régimen hayan generado incertidumbre (y abierto cuestionamiento desde los sectores empresariales) respecto a su real efectividad para corregir la ruta que siguió, en forma equivocada, el socialismo del siglo XXI. Lo cierto es que de nada sirvió al país tener como líder a un doctor en economía, forrado en pergaminos con Honoris causa.
Ciertamente, hay que tener presente que cuando existe contracción de la demanda global, la técnica sugiere reducción de impuestos como mecanismo para dinamizar la economía a través del incremento del consumo, lo cual genera un efecto estimulante sobre la oferta y con ello el aumento de la inversión, el nivel de empleo y los salarios. Se trata de un círculo virtuoso.
Entonces, hay que revisar aspectos que puedan ser mejorados y/o enmendados, para lo cual no debemos caer en camisas de fuerza ideológicas y menos aún estar supeditados a los tecnócratas del correísmo, fundamentalistas de una propuesta de revolución sin ciudadanos.
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