CANIBALISMO POLÍTICO

La reciente expulsión del Mandatario Lenín Moreno de la Presidencia de AP, deja entrever, por un lado, las profundas desavenencias e intereses contrapuestos que existen al interior de esa organización, lo cual nos recuerda a la vieja partidocracia; y, por otro, se traduce en una señal de la eminente implosión de ese movimiento que controló la política ecuatoriana en la última década y cuya fortaleza se cimentó tras la figura de un líder neo-populista y autocrático que pulverizó –detrás de una máscara democrática- la institucionalidad del país. Hoy, a un costado, y reducidos a un pequeño grupo, están los incondicionales, las sumisas, algunos comensales de Carondelet y los beneficiarios de la llamada década ganada identificados con el ala correísta; en tanto, en la otra rivera, están los leninistas, quienes apoyan la gestión del Presidente Moreno y su promesa de devolvernos la democracia, la libertad y la ética en la política. Desde luego, en este grupo, también se advierten algunos rostros correístas hasta la médula (¿quizá, infiltrados?) que, sin embargo, excitados por las circunstancias y la sombra que provee el paraguas del poder, hoy baten palmas por el reformismo. Lo cierto es que después de diez años de presencia del socialismo del SXXI, se destapa una de las épocas más grises del periodo republicano, sobre todo, por lo precario de una institucionalidad sometida al hiper-presidencialismo que convirtió al Estado en una suerte de hacienda. Asimismo, las denuncias de corrupción a todo nivel, nos colocan en la retaguardia de la transparencia. Son los mismos militantes de AP que movidos por las hechos actualmente asumen el papel de caníbales y comienzan a devorarse, a comerse entre sus propios miembros, mientras el pueblo, desde el graderío, con una sonrisa eleva su dedo pulgar.

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