Cuando en el año 2015 el gobierno correísta, ese que se caracterizó por el gasto compulsivo, decidió pautar, por el valor de 3,9 millones de dólares, un espacio de 30 segundos, para promocionar al país en medio del Super Bowl, con el video “All you need is Ecuador”, se pretendió –se nos dijo desde la esfera oficial- captar la atención de algo más de 110 millones de televidentes, y de entre ellos, capturar un segmento de potenciales consumidores. La idea fue transmitir un mensaje en medio minuto y posicionar una buena imagen de destino turístico.
Este hecho, más allá de recordarnos al Ecuador de los espejismos, valga decir de los petrodólares, y de saber si efectivamente ese descomunal gasto se transformó en inversión o no (lo cual el Ministerio de Turismo debería contárnoslo), nos ayuda a entender lo oneroso de construir una buena imagen no sólo al hablar de un producto que se comercializa y transa en el mercado sino, en este caso, la reputación de un país frente al resto de la comunidad de naciones.
Esto es importante tener presente ya que para el año 2017, según el Foro Económico Mundial, descendimos al puesto 97 de entre 137 economías, en términos de competitividad y en la que como factor problemático para hacer negocios destaca la corrupción, por sobre aspectos como la ineficiente burocracia gubernamental, regulaciones tributarias, dificultades en el acceso a financiamiento, personal inadecuadamente educado, etc.
Y qué podemos decir, si de por medio está detenido el Vicepresidente de la República (según el ala más sumisa del correísmo, en goce de vacaciones en la cárcel 4 de Quito) y sobre el cual pesan cuatro procesos de investigación por parte de la Fiscalía General del Estado. A esto se suma un listado cada vez más creciente y escandaloso de funcionarios públicos y particulares con vínculos con la corrupción.
Nos preguntamos, ¿qué buena imagen puede proyectar un país donde su ex autoridad de control está por los techos (léase prófugo) y es sujeto de investigación por supuestos actos reñidos con la ley?. ¿Qué buena imagen puede proyectar un país que mira absorto como a un Vicepresidente (hoy, con sus huesos en la cárcel), incondicionales asambleístas del anterior régimen, interpusieron –sin siquiera sonrojarse- una acción de protección en contra de la decisión del Ejecutivo de encargar la Vicepresidencia, por ausencia temporal de su titular?.
No cabe duda, que diez años de hiperpresidencialismo, cooptó y atrofió las instituciones, derivando en excesos, arbitrariedades y delitos de todo orden que hoy la justicia aunque cachacienta, ante la presión social y la decisión del gobierno nacional de hacer una cirugía mayor a la corrupción, está persiguiendo.
Devolverle a la gente la libertad, democracia, efectiva independencia de las funciones, administración responsable de recursos y cultivar la ética en la política, son grandes desafíos del Presidente Moreno que cuenta con el respaldo ciudadano para aterrizar en hechos estas aspiraciones de la población.
No existe Super Bowl que valga (desde el ámbito marketero) si de por medio hay un divorcio entre lo que se dice y hace. No hay mejor maestro que el ejemplo y más aún desde el poder.
Cuando en el año 2015 el gobierno correísta, ese que se caracterizó por el gasto compulsivo, decidió pautar, por el valor de 3,9 millones de dólares, un espacio de 30 segundos, para promocionar al país en medio del Super Bowl, con el video “All you need is Ecuador”, se pretendió –se nos dijo desde la esfera oficial- captar la atención de algo más de 110 millones de televidentes, y de entre ellos, capturar un segmento de potenciales consumidores. La idea fue transmitir un mensaje en medio minuto y posicionar una buena imagen de destino turístico.
Este hecho, más allá de recordarnos al Ecuador de los espejismos, valga decir de los petrodólares, y de saber si efectivamente ese descomunal gasto se transformó en inversión o no (lo cual el Ministerio de Turismo debería contárnoslo), nos ayuda a entender lo oneroso de construir una buena imagen no sólo al hablar de un producto que se comercializa y transa en el mercado sino, en este caso, la reputación de un país frente al resto de la comunidad de naciones.
Esto es importante tener presente ya que para el año 2017, según el Foro Económico Mundial, descendimos al puesto 97 de entre 137 economías, en términos de competitividad y en la que como factor problemático para hacer negocios destaca la corrupción, por sobre aspectos como la ineficiente burocracia gubernamental, regulaciones tributarias, dificultades en el acceso a financiamiento, personal inadecuadamente educado, etc.
Y qué podemos decir, si de por medio está detenido el Vicepresidente de la República (según el ala más sumisa del correísmo, en goce de vacaciones en la cárcel 4 de Quito) y sobre el cual pesan cuatro procesos de investigación por parte de la Fiscalía General del Estado. A esto se suma un listado cada vez más creciente y escandaloso de funcionarios públicos y particulares con vínculos con la corrupción.
Nos preguntamos, ¿qué buena imagen puede proyectar un país donde su ex autoridad de control está por los techos (léase prófugo) y es sujeto de investigación por supuestos actos reñidos con la ley?. ¿Qué buena imagen puede proyectar un país que mira absorto como a un Vicepresidente (hoy, con sus huesos en la cárcel), incondicionales asambleístas del anterior régimen, interpusieron –sin siquiera sonrojarse- una acción de protección en contra de la decisión del Ejecutivo de encargar la Vicepresidencia, por ausencia temporal de su titular?.
No cabe duda, que diez años de hiperpresidencialismo, cooptó y atrofió las instituciones, derivando en excesos, arbitrariedades y delitos de todo orden que hoy la justicia aunque cachacienta, ante la presión social y la decisión del gobierno nacional de hacer una cirugía mayor a la corrupción, está persiguiendo.
Devolverle a la gente la libertad, democracia, efectiva independencia de las funciones, administración responsable de recursos y cultivar la ética en la política, son grandes desafíos del Presidente Moreno que cuenta con el respaldo ciudadano para aterrizar en hechos estas aspiraciones de la población.
No existe Super Bowl que valga (desde el ámbito marketero) si de por medio hay un divorcio entre lo que se dice y hace. No hay mejor maestro que el ejemplo y más aún desde el poder.
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