11-S, ¡NUNCA MÁS!


Como se recordará el 11 de septiembre de 2001, miembros de la red terrorista de Al Qaeda, liderada por Osama Bin Laden, secuestraron cuatro aviones comerciales repletos de pasajeros para posteriormente convertirlos en misiles con carga humana e impactarlos contra las Torres Gemelas en Nueva York (World Trade Center); el Pentágono (Arlington, Virginia); y, en el campo de Shanksville, Pensilvania.

En realidad, las escenas que han transmitido en estos días los canales de televisión, con ocasión de cumplirse nueve años de aquel holocausto, resultan dantescas e impresionantes, al observar como más de 2,700 personas inocentes perdieron la vida como consecuencia del accionar de mentes retorcidas por fundamentalismos religiosos que declararon en su momento la guerra santa a los Estados Unidos de América.

Pero en esta tragedia también quedó evidenciada las debilidades existentes en la seguridad nacional de la hiperpotencia que fue sacudida, desde su interior, en puntos estratégicos para el imperio, valga decir, los ataques a la capital financiera y al mismísimo símbolo del poderío militar estadounidense, presentando al hegemón como un país ante todo vulnerable.

Hoy, a casi una década del 11-S, en la Zona Cero del desastre en Manhattan, autoridades de gobierno, familiares y amigos de las víctimas, así como ciudadanía en general, rindieron tributo a las personas que murieron como resultado del mayor acto terrorista perpetrado en los EE.UU. Pero sobre todo, fue un momento emotivo a través del cual se envió un mensaje al mundo en el sentido de que otro 11-S no puede repetirse, simplemente, ¡nunca más!...

No obstante, en este año no faltaron las controversias y posiciones intransigentes surgidas ante el proyecto de construir una mezquina a pocos metros de la Zona Cero, lo cual obligó al Presidente Barack Obama, a introducir una dosis de racionalidad en la discusión al afirmar que: “nosotros condenamos la intolerancia y el extremismo en todo el mundo, y defendemos los derechos fundamentales de todos los hombres y mujeres, incluso el derecho a practicar libremente su religión”…

Sin duda, los eventos apocalípticos ocurridos el 11-S deben servir no solamente a los estadounidenses sino a toda la comunidad internacional para valorar y cuidar la paz, así como la tarea de inculcar en las sociedades la defensa de la vida y de los DD.HH. Es necesario que en el diálogo entre personas primen los criterios de pluralidad y de respeto por el criterio ajeno, sin dejar espacio al sectarismo o los fundamentalismos ideológicos, religiosos, étnicos, etc.

En esta tarea, corresponde a nuestras autoridades y representantes enseñar con el ejemplo, principalmente a la niñez y juventud, la vigencia de la cultura de paz y no violencia, así como de la práctica democrática. Entonces, es hora de actuar sin dilaciones.

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