EL SOLITARIO GEORGE

Junto a la desvencijada ventana, lugar desde el que sin embargo se tiene un inmejorable acceso para observar en su integridad el parque del pueblo, el solitario George leía con inusitada atención la noticia que publica en primera plana el diario: “El solitario George muere de viejo”, refiriéndose la crónica a la desaparición del último ejemplar en el planeta de la especie “chelonoidis abingdoni”, evento que se había registrado hace pocas horas en las mágicas islas Galápagos y que conmocionara a la comunidad científica. Al parecer, el hecho de que coincidiera su nombre con el del infortunado quelonio hizo que esta tragedia adquiera una connotación especial para este hombre. En su rostro ajado por los años, las líneas de expresión se acentuaron con mayor fuerza y profundidad. Los bigotes espesos y desalineados se movían de un lado hacia otro, como respuesta a contracciones nerviosas involuntarias que convertían a esa graciosa acción en todo un ‘tic’. Sus gruesas y torpes manos, asían con fuerza el papel, estirándolo peligrosamente a su máxima capacidad, como una muestra de inquietud al leer aquellas líneas, que curiosamente las imaginó impresas en un color negro intenso: “…el solitario George es, probablemente, uno de los animales con el futuro más triste del mundo. Es el único ejemplar de su raza, las tortugas Galápagos de la Isla Pinta, donde fue descubierto en 1971…”. Esta suerte de sentencia que cargaba en su caparazón la tortuga – así lo interpretó este personaje de rostro adusto- equivale a desaparecer definitivamente de la tierra, al no poder reproducirse, condenando a su especie a la extinción luego de cumplido con el ciclo vital. De ahí que el viejo hombre que la comunidad conocía como el solitario George, y que permanecía casi inmóvil detrás del ventanal, de repente reflexionó en algo sustancial y es la necesidad de trascender como persona, en tanto sus acciones y obras sean recordadas positivamente por todos, desafiando precisamente aquello de la temporalidad humana. Fue entonces cuando un intenso frío recorrió su pesada figura y la mirada adquirió una tristeza indefinible. Mientras tanto, en la calle, la voz de un niño anunciaba el periódico del día…

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