METAMORFOSIS


Al revisar la hoja de vida del Econ. Rafael Correa Delgado que se publica en la página web de la Presidencia de la República, se advierte que previo a su incursión en la arena política, el Primer Mandatario concentró sus actividades sobre todo en tareas relacionadas con la docencia, presentación de ponencias y artículos, determinadas funciones de dirección dentro del Alma Mater, consultorías, asesorías y hasta la gerencia administrativa y financiera de proyectos financiados por el BID, organización internacional paradójicamente cuestionada por la actual corriente revolucionaria.
Pero es a partir de abril de 2005 y por el lapso de cinco meses, cuando el Econ. Rafael Correa asume el Ministerio de Economía y Finanzas, durante la administración del ex Presidente, Alfredo Palacio; iniciando con ello la transición desde el “claustro” muy propio de la academia hacia la función y escrutinio público.
Desde luego, resultaría bastante pretensioso e impreciso históricamente hablando, tratar de decir que su permanencia y gestión -ciertamente fugaz- en la Cartera de Economía fue suficiente para consolidar la imagen ganadora a nivel nacional del futuro Presidente de los ecuatorianos. Hay que decirlo, el Econ. Correa Delgado, ya en campaña electoral, si bien tuvo la capacidad para identificarse con los sectores populares y aglutinar a las fuerzas progresistas en torno al movimiento de Alianza País (AP); no menos cierto es que en lo sustantivo AP capitalizó políticamente los años de indeclinable lucha de los grupos sociales, campesinos, indígenas, trabajadores, estudiantes, amas de casa, etc., quienes han cuestionado el establishment aupado por un modelo neoliberal que a más de venerar a la mercadolatría, terminó por cosificar al hombre.
Y algo importante, en la transmisión del mensaje en ese entonces esperanzador para los desheredados del sistema (pues ahora para despecho de todos se habla de la criminalización de la protesta social), jugaron un papel fundamental los medios de comunicación, como vehículo que permitió difundir, hacia los cuatro puntos cardinales, la imagen y el pensamiento de los candidatos, transparentando incluso el lado humano de estos risueños personajes que aparecen en los afiches publicitarios, propios de la creación de los marqueteros de oficio.
Entonces, como se recordará, el actual Presidente al igual que el resto de competidores en la lid electoral, en los propios medios independientes, hoy denostados por esa fanesca alfarista-bolivariana que nadie entiende, tuvo los espacios necesarios para ser entrevistado y confrontadas sus tesis, aspecto que permitió precisamente al pueblo valorar las ideas y los proyectos de los candidatos.
Sin embargo, ahora curiosamente con el veto parcial a las reformas introducidas al Código de la democracia, se pretende establecer una mordaza a los medios de comunicación. Con ello, acaso ¿podemos hablar de un proceso de elecciones limpias, honestas y bien informadas?. ¿Qué sucede con los jóvenes y las nuevas figuras políticas, como en su momento lo fue el Presidente Correa, que necesitan presentarse ante la sociedad y defender sus iniciativas?. El silencio en nada ayuda a construir una democracia saludable.

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