LAS CRUCES DEL SUR



Al recorrer la Plaza de Mayo de la ciudad de Buenos Aires es posible advertir en estos días la instalación de una estructura metálica móvil de la cual penden centenares de cruces correspondientes a las tumbas de 649 soldados argentinos caídos en la guerra de las Malvinas, conflicto bélico que como se recordará confrontó en 1982 a este país latinoamericano con la Gran Bretaña, por el control de las Islas Falkland.

Ciertamente, resulta conmovedor para los turistas y mucho más para los propios argentinos, observar esta imagen, cargada de una enorme emotividad y sentimiento nacionalista, pues, en esas cruces se hallan representadas el dolor de las familias que sienten la ausencia de sus seres queridos, aguerridos soldados que ofrendaron su vida por defender la soberanía de su país.

Si bien se trata de un diferendo que aún no ha sido resuelto entre la Argentina e Inglaterra, no obstante, el triunfo militar inglés permite a los británicos ejercer el control total de dichos territorios, lo que ha determinado que las tensiones entre los dos estados se mantengan en ese polémico tema, así como en cuestiones inherentes a la pesca y búsqueda de petróleo en aguas adyacentes al mencionado territorio.

Pero más allá de los horrores de la guerra, en estos días, estas cruces también dejan ver algo de racionalidad en las relaciones internacionales y particularmente de sus gobernantes. Me refiero a la decisión de los británicos de permitir que los familiares de los soldados argentinos se trasladen hacia las Malvinas a visitar las tumbas de sus hijos, esposos o hermanos, lugar en el que se ha levantado un monumento en su memoria, lo cual constituye un hecho inédito, si se considera que éste se erige precisamente en la tierra donde los argentinos fueron expulsados una vez declarada la victoria militar inglesa.

A propósito, recordemos que los británicos, una vez concluidas las hostilidades, tuvieron la voluntad de “repatriar” los 649 cuerpos de los soldados argentinos, para que éstos sean enterrados en “suelo argentino”, pero la oposición de los familiares a esa decisión de Londres fue determinante. Ellos dijeron, y esto consta en un cartel en la Plaza de Mayo, que “no se puede repatriar lo que está en la Patria…”… Por el contrario, lo que se buscó es trabajar en una iniciativa que permita levantar un monumento a los héroes caídos, lo que efectivamente, años más tarde, se concretó en el cementerio de Darwin, lugar simbólico donde se llevó a cabo una de las confrontaciones más encarnizadas de la guerra de las Malvinas.

En efecto, han viajado a las islas Malvinas, muchas madres argentinas, quienes arrodilladas ante las tumbas de sus hijos han derramado desconsoladamente lágrimas de dolor, pero también en sus rostros maltratados por el tiempo, se ve reflejado el orgullo de haber engendrado a hombres, o mejor dicho, a héroes que supieron defender hasta con su último aliento a su Patria.

La lucha heroica de las Malvinas, los 649 soldados muertos y el llanto de inconsolables madres, deben servir de ejemplo, para entender que la soberanía y libertad, esa herencia dejada por nuestros antepasados, se defiende si es necesario hasta con la vida…

Comentarios

Entradas populares de este blog

CARNE DE PERRO

No, señor presidente

EL SOLITARIO GEORGE