LA MORAL INTERNACIONAL


Enorme preocupación e interés ha despertado en la opinión pública mundial los documentos y relatos exhibidos por el sitio web wikileaks, a través del cual se denuncian los excesos cometidos por militares estadounidenses, así como por el propio ejército iraquí, principalmente en contra de la población civil, durante los años de ocupación extranjera, aventura guerrerista que iniciara en el año 2003 con la invasión, derrocamiento, captura y muerte del dictador Sadam Hussein, luego de la paranoia desatada por el hegemón con el 11-S, en la que, como se recordará, adquirió especial significado el principio de la guerra preventiva como parte sustantiva de la política exterior norteamericana.

En efecto, por intermedio de wikileaks o wikifiltraciones, se deja entrever que los americanos actuaron en contra de las normas que regulan el derecho internacional y al escenario de la guerra, al participar por acción u omisión, en la ejecución brutal de torturas, desapariciones y asesinatos de combatientes y, lo que es aún más bárbaro, en contra de población inocente e indefensa, lo cual habla de la necesidad de emprender, tanto en EE.UU, como en los países aliados y en el propio Iraq, en una seria investigación que permita identificar y sancionar a los responsables de las violaciones a los derechos humanos fundamentales.

Desde luego, más allá de estos informes, los señalamientos a los militares americanos trasciende las fronteras iraquíes, para ubicarse también, por ejemplo, en Afganistán, donde los asesinatos y eliminación de personas mediante bombardeo y fuego indiscriminados, han sido cubiertos y silenciados con el manto del llamado daño colateral, eufemismo con el que se trata de justificar lo justificable: La muerte violenta.

En realidad, este panorama de horror y excesos nos recuerda que en relaciones internacionales, muchas veces la moral está subordinada al principio del interés nacional e incluso de la subsistencia del Estado como tal, llegando a considerar inmoral a todo aquello que afecte a su estabilidad y permanencia. Desde esa visión del realismo, el gobernante sobre todo de corte fascista o autoritario, no duda en actuar bajo la premisa maquiavélica de que el fin justifica los medios, más allá de que la moral individual entre o no en conflicto con la moral internacional.

Verbigracia, ex el Presidente Bush a la final no pudo comprobar las motivaciones que lo llevaron a invadir Iraq, como aquello de la existencia de armas de destrucción masiva. Sin embargo, no importó en su momento engañar a su cándido pueblo, cuando de por medio existían claros intereses geopolíticos y económicos que la moral internacional interpretó como válidos.

Lo cierto es que las operaciones militares en Iraq y Afganistán dejan una estela de decenas de miles de muertos y un sentimiento anti-americanista que recorre peligrosamente el Medio Oriente y otros lares, convirtiéndose en un enemigo que acecha permanentemente a la superpotencia como resultado de la irracionalidad y de una moral laxa.

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